
Cuando se acerca la hora de ir a clase, siempre me alegro mucho.
Fue una idea excelente la que tuve hace cuatro años de apuntarme a clases de salsa. Busqué en google y encontré que aparentemente en Málaga sólo existía una academia y un profesor de salsa. Cobraba 10 euros por las clases de dos horas seguidas de 9 a 11 de la noche.
Por eso siempre que escucho la canción “Reloj, no marques las horas” me emociono y me entran unas ganas tremendas de bailar salsa.
Veamos cuál es la explicación, frase a frase:
Reloj, no marques las horas: ¿Pero por qué? Yo lo que quiero es que sean las nueve ya, que aquí en mi casa me aburro.
Porque voy a enloquecer: No es posible. No se conocen casos de gente que hay enloquecido por no bailar bastante salsa. Si no lo dice un notario o dos, no sirve.
Ella se irá para siempre: a enemigo que huye, puente de plata. Debemos aprender a soltar.
Cuando amanezca otra vez: amanece todos los días, por si no te has dado cuenta. Es como un horario pero de sol y luna.
Detén el tiempo en tus manos: sí, pero si lo detienes no dan nunca las nueve y no hay salsa.
Haz esta noche perpetua: vale, pero cuando haya empezado la clase de salsa.
Para que nunca se vaya de mí: Diosssss, ¡nunca es mucho tiempo!.
Para que nunca amanezca: ¿y qué pasa con las plantas? ¿Es que nadie ha pensado en las plantas?
Yo sin su amor no soy nada, de verdad que no.